octubre de 2020
La incorporación de la agilidad y resiliencia al mundo empresarial permite a los ejecutivos centrarse en las áreas de apoyo, lanzar nuevos productos o buscar nuevos clientes, sin tener que distraerse en los procesos operativos.
Como es costumbre cada año, el Foro Económico Mundial (WEF, por su sigla en inglés) presentó el Índice de Competitividad Global 2018, con una nueva estructura que pondera equitativamente 12 pilares, distribuidos en cuatro subíndices: ambiente apto, capital humano, mercados y ecosistema de innovación.De las 98 variables en total, 54 (55 %) son datos que vienen de instituciones internacionales, mientras que las 44 restantes (45 %) se recogen de la percepción de los empresarios sobre diversos temas.
Con esta estructura, cerca de 70 por ciento de los resultados dependen de datos duros, que son recolectados de fuentes nacionales de cada economía y de instituciones internacionales, como
el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, entre otros, según indica el informe.
Uno de los puntos más destacados del nuevo formato que utilizó el WEF es la relevancia que tiene el tema del capital humano, sobre todo, lo relacionado con agilidad, innovación y resiliencia, variable que se incluyó por primera vez en el estudio.
De acuerdo con la organización internacional, en este momento es indispensable para cualquier país anticipar, entender, sortear y mitigar riesgos para salir fortalecidos de golpes inesperados, más aún en un momento en el que el mundo enfrenta constantes choques y riesgos de diversos tipos, ya sean económicos, sociales, tecnológicos y ambientales.
“Las economías más competitivas también son más resistentes a varios choques como se muestra en
ediciones anteriores, cuanto más competitivas las economías, más rápido se recuperaron de la recesión, volviendo a los niveles previos de empleo y crecimiento”, mientras que economías menos competitivas “experimentaron prolongados estancamiento o, incluso, largos episodios de recesión”, señala el texto.
El índice, que hace un comparativo de 140 economías a nivel mundial con base en unos factores para la
generación de desarrollo económico y la atracción de inversiones, ubicó a Estados Unidos en el primer lugar del listado, con una puntuación de 85,6 sobre 10; al país del norte lo siguieron Singapur (83,5), Alemania (82,8), Suiza (82,6) y Japón (82,5).
Por ejemplo en Estados Unidos, debido al gran tamaño del mercado laboral, el dinamismo empresarial y la expansión del sistema financiero, el país muestra estabilidad, lo cual contribuye a que sea más dinámico, con mucho potencial de innovación y resiliente a los choques externos.
Teniendo en cuenta los enfrentamientos comerciales que ha tenido EE. UU. con China en los últimos meses, lo cual no deja de ser un posible factor desestabilizante de la economía.
Además de Estados Unidos, los demás países que lideran el ranking tienen en común la robustez de sus sistemas, lo cual les permite estar mejor preparados ante situaciones inesperadas y sortearlas de manera ágil, lo que puede definir, en parte, el éxito económico de un país. Para mantener estas condiciones, el WEF resalta que es necesario hacer reformas estructurales e inversiones para mejorar la productividad, dado el contexto volátil, pues aunque las condiciones del mercado financiero siguen acomodándose a las economías avanzadas, esto podría cambiar rápidamente.
El documento destaca, en el mismo sentido, que ya no basta con solo tener buenos indicadores macroeconómicos para lograr una buena ubicación en el escalafón global; la nueva metodología
contempla que es necesario tener equilibrio entre todas las variables para obtener un buen puntaje.
Por su parte, Alemania emerge como la nación europea más fuerte en los ranking de competitividad de este año, debido a su eficiente ecosistema de innovación. Este resultado es impulsado por un fuerte desempeño en patentes (quinto a nivel global) y publicaciones de investigación (tercero), por las mejores instituciones de investigación (cuarto) y por un alto grado de sofisticación del comprador (quinto).
Uno de los factores que más destaca el estudio es la agilidad de las empresas alemanas para innovar, debido a las necesidades de sus clientes, lo cual permite que el país se esté desarrollando constantemente.
Para Carlos Rodríguez, experto en industria de la Universidad Nacional, estos países son mucho más competitivos debido a que logran hacer procesos de producción más eficientes; es decir, logran producir determinada cantidad de unidades a un precio menor que el resto y con mayor calidad.
Así mismo, no dependen como tal de una sola industria sino que tienen una economía diversa que les permite afrontar choques externos de una manera más controlada.
La Cuarta Revolución Industrial
“Abrazar la Cuarta Revolución Industrial se ha convertido en un factor definitorio para la competitividad”, expresó en el informe Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo de WEF, quien agregó que prevé “una nueva brecha global entre los países que entienden las transformaciones innovadoras y los que no. Solo las economías que reconocen la importancia de la Cuarta Revolución Industrial podrán expandir las oportunidades para su gente”.
Según el informe, debido a las fuertes protestas por la reivindicación de los derechos sociales en todo el mundo hay que tener presente que la Cuarta Revolución Industrial va mucho más allá del libre mercado.
Aunque la apertura comercial continúa siendo un motor fundamental para la competitividad de las economías en todo el planeta, ya que permite tener un mayor grado de innovación y mercados con más competencia y desarrollo. Sin embargo, el concepto debe ir mucho más allá, pues la apertura no solo debe entenderse como una fórmula económica, sino que además debe incluir la libertad de movimiento de personas, un tema que actualmente está generando bastante polémica en varios lugares del mundo.
El WEF recomienda también el intercambio de ideas entre los países, pues, manifiesta que, de esta forma, “todos pueden aspirar a ser más competitivos”.
El índice, en miras de la Cuarta Revolución Industrial, integra aspectos bien definidos. Destaca el papel del capital humano, la innovación, la resiliencia y la agilidad, no solo como conductores, sino también definiendo características del éxito económico de esta era.
De igual forma, se requiere un mejor uso de la tecnología para la economía, afirma Schwab, quien también advierte que esto solo es posible como parte de un enfoque holístico con otros factores
de la competitividad.
El faro latinoamericano
Aunque muy lejos de los primeros puestos, el caso de Chile (70,3) es el más representativo de la región, ya que logra ubicarse en un muy honroso puesto número 33, por encima de países como Polonia, Portugal, Arabia Saudí o Rusia.
El informe destaca que la nación chilena es la más competitiva de América Latina, clasificando primera entre sus pares en seis de los 12 pilares que se miden.
Un aspecto fundamental para obtener dicha posición es el desempeño general de las variables macroeconómicas, que se han mantenido estables (el primer puesto con una puntuación de 100) y una infraestructura relativamente bien desarrollada (41).
Chile se encuentra entre los de mejor desempeño en el pilar del Mercado de productos, principalmente
como resultado de una menor prevalencia de barreras no arancelarias y medidas de complejidad arancelaria relativamente bajas.
Este tipo de características le permiten a su economía tener mayor resistencia a choques externos, aunque su economía sigue siendo un poco dependiente de materias primas como el cobre, lo cual puede generar cierta inestabilidad cuando el precio baja en el mercado internacional.
Colombia, finalmente, aparece en la posición número 60, un poco por encima del promedio, pero con marcadas deficiencias en materia de innovación (como la mayoría de sus pares) e infraestructura.
Según el profesor Rodríguez, aunque hay algunos aspectos por destacar, “nuestros salarios no son particularmente altos, lo cual rezaga el consumo interno y lo hace poco competitivo. De igual manera, nuestro esquema de fabricación y producción no es eficiente, debido a la capacidad tecnológica del país y el rezago frente a otros países, que se convierte en mayores costos de producción”.
En cuanto al nivel de resiliencia del país, el experto manifestó que es muy probable que Colombia sufra con los choques externos, pues somos muy dependientes de la volatilidad del dólar, lo que provoca impacto en el comercio exterior, en especial, en el tema referente al petróleo, insumo del cual depende buena parte de la economía nacional.
Así que, por lo pronto, al Gobierno le queda mucho trabajo por hacer, para evitar que Colombia pierda el terreno avanzado en los últimos años, pues desde 2013 siempre ha subido el puntaje, aunque a un menor ritmo que muchos países.
Categoría: Tendencias Inspiración