octubre de 2020
El síndrome de Burnout o síndrome del ‘quemado’ es un trastorno con implicaciones conductuales, emocionales y de relación con la personas. Se produce por estrés crónico derivado de la presión constante en el trabajo, causando síntomas como el desinterés. Para mitigar este trastorno la fórmula está en aplicar la inteligencia emocional.
Según Lourdes López, co-fundadora de Emotiva’t, compañía española experta en Inteligencia Emocional, “desarrollar este tipo de inteligencia tiene un impacto en la medición de resultados: menos bajas por estrés y ausentismo y mayor retención del talento y productividad”.
Por esa razón, las áreas de Talento Humano deberían generar estrategias en pro del aumento de la inteligencia emocional de sus colaboradores, con el fin de que estos sean más conscientes de sus actos y aprendan a actuar frente a escenarios de estrés.
Para lograrlo, López recomienda que se evalúe en qué punto está la organización, es decir, cuáles son las debilidades que tiene y qué emociones negativas le están restando efectividad en general. “Entender qué sucede es esencial para mejorar resultados”.
En cuanto a las acciones, es necesario desarrollar la inteligencia emocional de los propios colaboradores a través de la formación, sobre todo en los cargos de liderazgo.
Pero no es lo único, hay otro factor muy importante, que es comprender “de qué manera la organización aplica criterios de inteligencia emocional en todos sus procesos y políticas: protocolos de bienvenida y desvinculación, procesos de selección, salario emocional, conciliación de vida laboral y familiar, coherencia entre comunicación interna y externa, implementación de los valores y la misión de la organización en todos los niveles jerárquicos”, afirma López.
“RR. HH. cumple un papel clave en este proceso, entre otras cosas, porque es el garante de la formación de los colaboradores e interviene en el diseño de muchas políticas que tienen un gran impacto emocional en los trabajadores (políticas de retribución, desarrollo de la carrera profesional, entre otros)”, agrega. Cabe aclarar que esto siempre debe ir de la mano de la alta gerencia, que es la que logra que los objetivos se lleven a cabo en términos financieros.
Entonces, ¿cómo convencer a los directivos de aplicar la inteligencia emocional para mitigar el síndrome de Burnout en los colaboradores?
Haciendo énfasis en que “las personas emocionalmente inteligentes son más capaces de sobrellevar situaciones de presión y tienen un mayor nivel de resiliencia, es decir, que se recuperan más rápidamente de las situaciones complicadas, son menos propensas a sentirse víctimas del entorno, son más proactivas y se sienten co-responsables de su realidad, lo que significa que siempre están dispuestas a llevar a cabo acciones para cambiar lo que creen necesario”, enfatiza López.
Al final, una organización emocionalmente inteligente, además de ser más productiva y enfocada en las labores, es atractiva para los talentos que están fuera de la compañía, pues una persona siempre preferirá una empresa que le brinda posibilidades de desarrollo y bienestar emocional, por encima de otra que le genera incertidumbre y presión.
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