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Andrés Oppenheimer: ‘Es necesario reentrenar a la gente’ | Xposible

octubre de 2020

Para afrontar la pérdida de millones de empleos en el mundo, producto de los procesos de automatización, el periodista argentino Andrés Oppenheimer hace un llamado a generar empleos más sofisticados, con base en el reentrenamiento, y a mejorar la calidad de la educación.

El periodista y escritor argentino Andrés Oppenheimer no ha dejado de pensar en el futuro de los trabajos desde que conoció el estudio de la Universidad de Oxford que pronostica que el 47% de los empleos corren el riesgo de ser reemplazados por robots y computadoras con inteligencia artificial durante los próximos 15 o 20 años. Así lo plasmó en su libro ¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la automatización, el cual recoge una ardua investigación sobre los llamados “trabajos del futuro” y el devenir de ciertas profesiones como los médicos o los banqueros.

Su libro, en el que se cuestiona también sobre el impacto de la automatización en los países ricos y en los emergentes, se ha convertido en un fenómeno en ventas. Desde Estados Unidos, Oppenheimer —quien se considera un tecno-optimista a largo plazo y un tecno-pesimista a corto— habló con Xposible sobre la ola de automatización que se viene y su posible impacto en los empleos en Latinoamérica.

Xposible: ¿Qué se requiere, por parte de los líderes de Gobierno y empresariales, para crear más oportunidades de empleo de las que se eliminan con la revolución tecnológica?

Andrés Oppenheimer: Primero, poner este tema en el centro de la agenda política. En América Latina se habla poco y nada del tema. Y una de las sorpresas que me llevé investigando esto es que los países emergentes son los que más van a sufrir por el creciente uso de los robots y las computadoras inteligentes. El motivo es muy sencillo: lo más fácil que pueden hacer los robots es reemplazar los trabajos rutinarios, repetitivos y predictibles, como atornillar diez mil veces por día en una planta automotriz. Y esos trabajos suelen estar en los países manufactureros, como China y México, y en menor medida Colombia.

De manera que esta ola de automatización que se viene nos puede afectar a los latinoamericanos mucho más que a los países ricos. Entonces, los Gobiernos tienen que ponerse las pilas, invertir más en mejorar la calidad educativa, en el reentrenamiento de la gente, y en la ciencia y la tecnología, para generar empleos más sofisticados que los robots difícilmente puedan reemplazar a corto plazo.

X.: ¿Y en Colombia hay conciencia de todo esto?

A. O.: Cuando estuve el año pasado y hablé sobre ¡Sálvese quien pueda! con el presidente Iván Duque, él parecía estar bastante al tanto del tema e incluso me dijo que su plan de incentivar las industrias culturales —o la economía naranja— estaba en parte pensado como una manera de paliar los efectos de la ola de robotización del trabajo que se viene. Sin embargo, no encontré que muchos colombianos estén hablando del tema ni que los medios lo traten como una prioridad. Quizá sea porque el tema de Venezuela está tapando todos los demás, pero no veo que el futuro del trabajo esté en el centro de la agenda política colombiana.

X.: En ¡Sálvese quien pueda!, y citando los discursos de Mark Zuckerberg y de Bill Gates, usted dice que el desempleo tecnológico —el que es causado por la tecnología— será el gran conflicto mundial del siglo XXI. ¿Usted también lo cree así? ¿Es de los que ve ‘el vaso medio vacío’ o se considera un tecno-optimista?

A. O.: Soy un tecno-optimista a largo plazo y un tecno-pesimista a corto plazo. A largo plazo, la tecnología siempre crea más trabajos de los que elimina. Pero creo que esta vez la transición va a ser muy traumática porque los tiempos se están acelerando dramáticamente, y mucha gente no va a tener tiempo para reinventarse. En la Edad de Piedra, cuando éramos cazadores y vivíamos en
las cavernas, tuvimos miles de años para reinventarnos y convertirnos en agricultores.

Después, en la Revolución Industrial, tuvimos uno o dos siglos para reinventarnos de agricultores a trabajadores manufactureros. Pero hoy, la señora que trabaja de cajera en un estacionamiento de autos apenas tiene 24 horas para reinventarse porque le avisan un día antes que una máquina automática va dar los tickets y cobrar en la entrada del parqueadero. Y esa señora no puede convertirse en una analista de datos de la noche a la mañana… La transición va a ser traumática, aunque a largo plazo estemos todos mejor.

En ¡Sálvese quien pueda! (2018), Andrés Oppenheimer retrata el futuro de algunas profesiones frente a la automatización, los robots y la inteligencia artificial.

X.: ¿Cree que han sido acertadas las respuestas aún incipientes de las empresas en Latinoamérica al desafío de la tecnología? O, por el contrario, ¿tiene la sensación de que todavía vemos la automatización como un proceso alejado de los que no trabajamos en las grandes fábricas?

A. O.: Hay empresas muy innovadoras en Colombia y gente talentosa. Pero, en general, ven este problema como lo veía yo antes, como un problema que va a afectar mayormente a los países ricos.

X.: Usted se reunió con unos cuantos futurólogos para la investigación de su libro. Estando a mediados de 2019, ¿cuánto estiman ellos y usted que nos quede de tiempo antes de que —por ejemplo— el próximo que lo entreviste sea un robot?

A. O.: Bueno, en China ya hay un presentador de noticias robótico de la cadena de televisión de Xinhua, y parecen estar muy contentos con él. Trabaja tres turnos seguidos y no toma vacaciones, ni pide aumento de sueldo ni tiene veleidades de divo. O sea, ya hay muchas tareas periodísticas que están siendo reemplazadas por robots. En el libro entrevisto al director de innovación de El Washington Post y me cuenta que en el diario los robots o algoritmos ya están escribiendo los artículos sobre resultados electorales, noticias deportivas y noticias económicas.

X.: ¿Qué recomendación les daría a todos los empleados en general, sin distinción de profesión o rango dentro de una organización, para sacarle el mayor provecho y ver a la automatización como una aliada y no una enemiga de los trabajos del mañana?

A. O.: Una de mis principales sugerencias es que cada uno identifique ya mismo cuáles son las partes de su trabajo que van a ser automatizadas en los próximos cinco años, y se empiece a especializar en aquellas que no van a seguir siendo realizadas por humanos.

Por eso le dediqué un capítulo del libro al futuro de cada una de las principales ocupaciones —incluyendo los periodistas, banqueros, abogados, médicos, empleados administrativos, etc.— para ayudar a que cada uno pueda identificar qué cosas van a ser automatizadas.

Si tú eres médico dermatólogo y te pasas el día viendo las manchas de sol en la piel de tus pacientes, y diciendo “esta es buena, esta es mala”, mejor empieza a reinventarte porque ya hay una aplicación de teléfono celular que te permite sacar una foto a una mancha de la piel y te dice si es buena o es mala. De manera que los dermatólogos van a tener que dedicarle mucho más tiempo a la cura del cáncer de piel, que al diagnóstico.

X.: Usted afirma que la razón por la cual se han perdido algunos empleos en Estados Unidos y se han reducido los salarios de los trabajadores, no responde a la migración —como lo afirma el presidente Trump— sino a la automatización. ¿Cree que el hecho de que se esté desviando la atención del problema real termine por afectar el crecimiento y la productividad de uno de los países más importantes?

A. O.: Trump es un populista y los populistas siempre le echan la culpa de todo a otros, especialmente si son de afuera. Pero los grandes empresarios no le prestan mucha atención ni lo toman muy en serio, y están automatizando sus empresas. De manera que no creo que incida en la economía.

X.: Una de las bases y motivaciones de su libro ¡Sálvese quien pueda! es el estudio de la Universidad de Oxford que, en 2013, pronosticó que 47 por ciento de los empleos corren el riesgo de desaparecer en los próximos 15 años. Desde entonces hasta ahora, ¿este porcentaje ha variado?

A. O.: Carl B. Frey, uno de los autores del estudio de Oxford, escribió hace pocas semanas un párrafo muy generoso sobre el libro tal como lo escribí, de manera que creo que no ha cambiado sus estimaciones.

X.:¿Cuál cree que sea el principal desafío social que traigan consigo la inteligencia artificial y los robots?

A. O.: Que tengan problemas técnicos y se vuelvan locos. A mí no me preocupa tanto que los robots terminen controlando el mundo, como en las películas de Hollywood, quizá porque no voy a llegar a verlo. Pero me preocupa que dependamos cada vez más de la tecnología para el cuidado de nuestra salud, por ejemplo, y que la tecnología tenga problemas técnicos. ¿Qué va a pasar cuando tengamos corazones artificiales conectados con la nube y se caiga el wifi?

X.: ¿Cómo es esto de que con la automatización, solo sobrevivirán los trabajadores con mayor y con menor educación?

A. O.: Un trabajador que no terminó la escuela secundaria y gana el salario mínimo quizá no pierda su trabajo de inmediato porque a corto plazo puede costarle a su empleador menos que un robot. Y en el otro extremo, un ingeniero en computación va a ser cada vez más necesario para mantener y programar los robots. El problema lo vamos a tener quienes estamos en el medio.

X.:¿Cuál es la diferencia entre los llamados vendedores, tal como los conocemos hoy, y los asesores de ventas del futuro? ¿Este podría ser un ejemplo crucial de que la automatización no va a acabar con los empleos, sino que los va a transformar?

A. O.: Un vendedor te trata de vender un producto, pero con el creciente uso del comercio electrónico ya puedes encontrar en Internet mucha más información del producto que te interesa que con un vendedor que a veces sabe muy poco o nada de ese producto. De manera que las tiendas, para atraer clientes, van a usar cada vez más asesores de ventas que van a estar más preparados académicamente y te van a aconsejar mejor qué comprar para tus necesidades particulares, aunque no sea el producto que te quieran vender.

O sea, van a estar del lado del cliente y el objetivo de la tienda va a ser tenerlos no tanto para vender productos, sino para atraer clientes y ganar la fidelidad de los clientes.

X.:¿Qué haría usted si hubiera trabajado más de la mitad de su vida como vendedor de telemercadeo, uno de los empleos con 99 por ciento de probabilidad de desaparecer, según el ranking de la Universidad de Oxford, y viera ahora su trabajo amenazado por un programa de computación?

A. O.: Reinventarme de inmediato. Estudiar o capacitarme en otra cosa, o convertirme en un asesor de ventas, como los que describo en el capítulo del futuro de las tiendas, que es un trabajo más sofisticado que el de un simple vendedor y puede ser hecho mejor por un humano que por un robot.

X.: La formación académica y las universidades, tal y como las conocemos hoy, también se verán permeadas por el desarrollo tecnológico. ¿Qué habilidades deberían enseñarse desde ya en el mundo académico?

A. O.: Los profesores dejarán de ser proveedores de conocimiento porque no tiene sentido que en la era del buscador de Google un docente siga diciéndoles a sus alumnos que Colón descubrió América en 1492, o que Gutenberg inventó la imprenta. Cualquier niño encuentra eso en Internet explicado de una forma mucho más amena, con videos y música incluida.

Los profesores van a tener que reinventarse en gurúes cuya principal función será ayudarles a los jóvenes a encontrar su vocación, a enseñarles valores éticos y enseñarles a trabajar en equipo. Todo eso lo puede hacer un profesor humano mejor que un robot, al menos por ahora.

X.: A mediano plazo, en la década de 2020, y según su investigación, ¿cuáles serán las áreas en las que se crearán los mayores empleos del futuro?

A. O.: En el último capítulo del libro hablo de las diez áreas laborales que tienen más futuro. La primera es todo lo que tenga que ver con el cuidado de la salud, desde los médicos y las enfermeras hasta los psicólogos, maestros de meditación y profesores de zumba. En los próximos 10 años habrá 300 millones de personas más en el mundo que van a tener más de 65 años, y eso va a requerir muchos más trabajadores en el campo de la salud, en todos lados.

 

Categoría: Tendencias Herramientas

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